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Palabras de vida

“Si tuvierais fe como un grano de mostaza, diríais a este monte: Pásate de aquí allá, y se pasaría; y nada os sería imposible.” – Mateo 17:20
Nos gusta imaginar la fe como una fuerza gigante, un poder sobrenatural que nos vuelve invencibles. Sin embargo, Jesús eligió la imagen más humilde para describirla: una semilla de mostaza, diminuta, casi imperceptible.

¿No es irónico? Nosotros pensamos en montañas enormes, y Él nos recuerda una semilla minúscula. La fe no se mide por su tamaño, sino por dónde está puesta. Una semilla en la mano de un niño puede parecer insignificante, pero plantada en tierra fértil se convierte en un árbol que da sombra, raíces y vida.

La verdad es que la mayoría de las veces no caminamos con una fe de “montaña”, sino con una fe débil, temblorosa, frágil. Y, aun así, Jesús asegura que basta. ¿Por qué? Porque la eficacia de la fe no depende de nuestra fuerza, sino de la fidelidad de Dios.

Quizá hoy sientas que tu fe no alcanza, que apenas es un suspiro, una oración sin palabras, un “Padre, sigo aquí” dicho entre lágrimas. Déjame decirte algo: esa semilla es suficiente.
Dios no necesita un bosque para obrar; le basta con tu semilla.

Oración

Señor, toma mi pequeña fe, tan débil y frágil. Plántala en tu tierra y hazla crecer. Qué aún con lo poco que tengo, Tú hagas lo imposible.

Amén.

Para Reflexionar

  • ¿Qué situaciones en tu vida te hacen sentir que tu fe es insuficiente?
  • ¿Cómo puedes confiar hoy en que Dios puede hacer mucho con lo poco que le entregas?