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Autor: profejulioflores

Para Seguir Creciendo

Caminar con Dios es una aventura que nunca se detiene. Siempre hay más que aprender, más que profundizar, más que descubrir. Por eso quiero compartir contigo 5 recursos que considero esenciales para este año, que pueden ayudarte a seguir creciendo en tu fe:

Una Biblia de Estudio con Notas Prácticas
– No solo para leer, sino para entender mejor el contexto histórico y aplicar la Palabra en tu vida diaria.

Un Diario Espiritual
– Un cuaderno donde registres oraciones, respuestas, dudas y reflexiones. Es sorprendente ver con el tiempo cómo Dios ha obrado.

Un Mentor Espiritual o Grupo Pequeño
– El crecimiento se multiplica cuando no caminamos solos. Busca un grupo con el que puedas compartir, aprender y orar.

Recursos Digitales Cristianos
– Aplicaciones de la Biblia, podcasts cristianos y cursos online que ofrecen formación sólida y accesible en cualquier lugar.

Recuerda: crecer espiritualmente no se trata de acumular información, sino de dejar que cada recurso te transforme. Toma uno de estos pasos y ponlo en práctica esta semana.

Oración

Señor, dame hambre de tu Palabra y disciplina para crecer en ti cada día. Que cada recurso que use sea una herramienta para acercarme más a tu corazón.

Amén.

Para Reflexionar

  • ¿Qué recurso nuevo puedes incorporar en tu vida espiritual esta semana?
  • ¿A quién podrías invitar a crecer junto a ti en este proceso?

Historias que Inspiran

Recuerdo a un hermano de la iglesia que, con lágrimas en los ojos, me confesó: “Pastor, ya no puedo más. Todo en mí grita que me rinda.” Estaba cansado de luchar contra problemas financieros, un hogar roto y la sensación de que sus oraciones chocaban contra un muro.

Lo escuché en silencio y, después de orar juntos, apenas dijo unas palabras que me estremecieron:
“No entiendo nada… pero sigo aquí.”

Pasaron meses difíciles, pero hoy lo veo de pie, trabajando, restaurando su familia, aprendiendo a confiar en Dios paso a paso. No fue un milagro instantáneo, fue un proceso. Y esa frase que salió de su boca en medio del dolor fue el inicio de una transformación.

Las historias que más nos inspiran no siempre son las de triunfos espectaculares, sino las de personas que, aun quebradas, eligen permanecer. Porque la fe no siempre es gritar victoria, a veces es susurrar entre lágrimas: “Padre, sigo aquí.”

Oración

Señor, gracias porque en las historias de otros encuentros esperanza para mi propio camino.
Enséñame a ver tu mano incluso en los procesos lentos y en medio de mis batallas.

Amén.

Para Reflexionar

  • ¿Qué historia personal podrías compartir que anime a alguien más?
  • ¿Qué frase resume tu manera de seguir en pie aun en medio de las pruebas?

Caminar en Familia

Cuando pienso en mis recuerdos de fe más antiguos, no me vienen a la mente los templos ni las campañas Evangelísticas. Lo primero que recuerdo es a mi familia orando en casa. Una mesa sencilla se convertía en altar, y una habitación pequeña era suficiente para sentir que Dios estaba allí.

Con los años entendí algo: la primera iglesia no se construye con ladrillos, sino con relaciones. Un padre que ora con sus hijos, una madre que enseña con paciencia, hermanos que aprenden a perdonarse… allí comienza la verdadera fe.

En un mundo que corre a mil por hora, podemos olvidar que el discipulado más profundo ocurre en lo cotidiano. El hogar es el lugar donde aprendemos a amar de verdad, a servir sin aplausos y a cultivar una fe práctica que se nota en los gestos más pequeños.

La iglesia del domingo es vital, pero el evangelio cobra vida cuando se encarna entre paredes sencillas y corazones unidos.

Oración

Señor, haz de mi hogar un altar de tu presencia. Enséñanos a vivir la fe en lo cotidiano, con palabras de amor, gestos de servicio y corazones dispuestos a perdonar.

Amén.

Para Reflexionar

  • ¿Qué costumbres de fe heredaste de tu familia?
  • ¿Qué prácticas nuevas puedes iniciar en tu hogar para fortalecer la vida espiritual juntos?

Tras el Púlpito

Recuerdo un domingo en que me preparé con esmero. Tenía las notas ordenadas, los versículos subrayados y hasta la ilustración final lista para cerrar con fuerza. Todo parecía encajar. Pero minutos antes de subir al púlpito, una hermana de la congregación se me acercó llorando: había perdido a un ser querido esa madrugada.

En ese instante, todo lo que llevaba preparado se volvió pequeño. Mi sermón bien estructurado quedó guardado en la Biblia, y lo único que pude hacer fue sentarme a su lado, abrazarla y llorar con ella. Esa mañana no hubo una predicación como estaba en mi agenda… pero hubo un mensaje más profundo: la presencia de Dios en un abrazo sincero.

Aprendí que, a veces, el sermón más poderoso no se predica con palabras desde el púlpito, sino con silencios compartidos desde el corazón.

Oración

Señor, enséñame a servir no solo con palabras, sino también con gestos sencillos que
revelen tu amor. Hazme sensible al dolor de los demás, incluso cuando mis planes digan
otra cosa.

Amén.

Para Reflexionar

  • ¿Has sentido alguna vez que tu presencia fue más importante que tus palabras?
  • ¿Qué “sermones silenciosos” has recibido de alguien en tu vida?

En la nube espesa

Cuando el cielo se viste de silencio
“He aquí que yo voy a ti en nube espesa, para que el pueblo oiga mientras yo hablo contigo.” – Éxodo 19:9

El silencio de Dios es como una nube espesa: desconcierta, confunde y a veces asusta.
Queremos claridad, respuestas inmediatas, un cielo azul sin sombras. Pero, sorprendentemente, muchas de las historias bíblicas más profundas ocurrieron en medio de la nube del silencio divino.

Moisés subió al monte envuelto en la nube, Job clamó sin respuesta durante meses, los discípulos se angustiaron tres días sin Jesús. Todos ellos conocieron el peso de la incertidumbre, pero también descubrieron que el silencio no es abandono: es un espacio de revelación.

La nube espesa no elimina la presencia de Dios; solo la oculta por un momento. En medio de esa densidad, el Señor está más cerca de lo que imaginamos, enseñándonos a confiar en lo que no vemos. La fe, al fin y al cabo, no es caminar cuando hay luz, sino avanzar aun cuando la visión es borrosa.

Quizá hoy no escuches Su voz. Quizá lo único que veas sea la nube espesa. No desesperes.
Recuerda: el silencio no es vacío, es un velo que pronto se levantará. Y cuando la claridad llegue, descubrirás que Dios nunca se movió de tu lado.

Oración

Señor, en mis días de silencio y confusión, recuérdame que no estoy solo. Enséñame a confiar en ti cuando no entiendo nada y a seguir caminando, aunque la nube espesa me rodee.
Amén.

Para Reflexionar

  • ¿Qué emociones despierta en ti el silencio de Dios?
  • ¿Cómo podrías transformar ese silencio en una oportunidad para escuchar más allá de las palabras?

Palabras de vida

“Si tuvierais fe como un grano de mostaza, diríais a este monte: Pásate de aquí allá, y se pasaría; y nada os sería imposible.” – Mateo 17:20
Nos gusta imaginar la fe como una fuerza gigante, un poder sobrenatural que nos vuelve invencibles. Sin embargo, Jesús eligió la imagen más humilde para describirla: una semilla de mostaza, diminuta, casi imperceptible.

¿No es irónico? Nosotros pensamos en montañas enormes, y Él nos recuerda una semilla minúscula. La fe no se mide por su tamaño, sino por dónde está puesta. Una semilla en la mano de un niño puede parecer insignificante, pero plantada en tierra fértil se convierte en un árbol que da sombra, raíces y vida.

La verdad es que la mayoría de las veces no caminamos con una fe de “montaña”, sino con una fe débil, temblorosa, frágil. Y, aun así, Jesús asegura que basta. ¿Por qué? Porque la eficacia de la fe no depende de nuestra fuerza, sino de la fidelidad de Dios.

Quizá hoy sientas que tu fe no alcanza, que apenas es un suspiro, una oración sin palabras, un “Padre, sigo aquí” dicho entre lágrimas. Déjame decirte algo: esa semilla es suficiente.
Dios no necesita un bosque para obrar; le basta con tu semilla.

Oración

Señor, toma mi pequeña fe, tan débil y frágil. Plántala en tu tierra y hazla crecer. Qué aún con lo poco que tengo, Tú hagas lo imposible.

Amén.

Para Reflexionar

  • ¿Qué situaciones en tu vida te hacen sentir que tu fe es insuficiente?
  • ¿Cómo puedes confiar hoy en que Dios puede hacer mucho con lo poco que le entregas?